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La Diputación de Córdoba bajo el régimen de la Restauración [1874·1923]

El 29 de diciembre de 1874 tiene lugar el pronunciamiento militar en Sagunto por parte del General Martínez Campos que proclama rey de España a Alfonso XII, con ello se ponía fin a la I República y se restauraba la monarquía con la dinastía borbónica, iniciándose un largo período conocido como Restauración, que abarca los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII. Alfonso XII muere el 25 de noviembre de 1885. El reinado de Alfonso XIII tuvo dos etapas, la primera bajo la regencia de la reina Mª Cristina de Habsburgo y una segunda tras su mayoría de (1901-1931). Durante la Restauración se dio paso al desarrollo del proyecto de Cánovas del Castillo de la política del ‘turno’ de los partidos.

La vida local durante la Restauración(i) marchó al socaire de los vaivenes políticos de los siglos XIX y XX, cada uno de los cuales alumbró una nueva ley de bases de régimen local, con lo cual hay una multiplicidad de leyes, pero con unos rasgos comunes que definen el municipio y la provincia, a la vez que perfilan las funciones municipales y provinciales. La constitución de 1876, prácticamente reproduce los artículos concernientes a las diputaciones provinciales de 1869 y reforma la de 1870, ambas fueron refundidas en la Ley provincial de 1877, quedando todas las atribuciones de las diputaciones sometidas a la inspección del Gobierno. Las posteriores leyes de 1889 y 1890 no suponen cambios sustanciales en el quehacer provincial. Estos años se van a caracterizar por un fuerte centralismo y altibajos en la adquisición y pérdida de la autonomía local. No obstante se mantuvieron las competencias que las diputaciones tenían a su cargo: obras públicas, beneficencia, estadística provincial, tutela y fiscalización de los municipios, así como la elevación de propuestas de mejoras en la provincia. Para la gestión de determinados servicios como la enseñanza, el fomento de la economía, o la beneficencia las diputaciones se valieron de juntas provinciales, en las que había representaciones distintas a la corporación provincial.

Las diputaciones y los gobiernos civiles fueron instituciones permanentes en la organización provincial(ii) en sus casi doscientos años de existencia, quedando nítidamente perfiladas a partir de 1869. Pero hubo un tercer órgano de gobierno de carácter consultivo, además de las distintas juntas para atender diferentes ámbitos provinciales, denominado Comisión provincial (1871-1935), cuyas funciones no variaron mucho.

En lo político la diputación del siglo XIX funcionó como nivel intermedio en la gestión del Estado, y en el XX seguirá ejerciendo ese papel de transmisión del poder central en una clara línea oficialista de apoyo al Gobierno de la nación y mantenimiento del orden. Sus principales actividades decimonónicas fueron la beneficencia, y el mecenazgo cultural y educativo. A partir de 1925 experimentaron alguna modificación sobre todo en el desarrollo de la dotación de infraestructura viaria.

Las leyes provinciales de la Restauración establecen, entre sus articulados, negociados y secciones administrativas, con lo que el régimen de la administración provincial se completa con las dependencias burocráticas: 1º Secretaría, 2º Contaduría y 3º Depositaría(iii). Los años de la Restauración fueron un tiempo de intensa reglamentación en la Diputación de Córdoba, que traduce una institución que va desarrollando su estructura orgánica, sus competencias, los establecimientos que de ella dependen y que se plasma en la edición de reglamentos para sus establecimientos benéficos y de régimen interno de la propia Corporación. Entre 1878 1879 se publican los reglamentos de los establecimientos benéficos: Expósitos, Hospicio, Agudos y Crónicos. En 1879 se publicaban los reglamentos que regulaban el acceso al Cuerpo Facultativo de los Establecimientos Benéficos y el Proyecto de Reglamento de las Hijuelas de Expósitos en los pueblos que se haría definitivo en 1886. En 1887 sale el de Gobierno interno de la Diputación. En 1890 el Reglamentos para el Arreglo de la Deuda Provincial. El Reglamento de la Diputación de Córdoba de 1911 muestra una organización muy compleja, pero bien reglamentada en cuanto al cuerpo administrativo y dependencias y procedimiento administrativos, constituyendo una valiosa información al objeto de reconstruir los expedientes, identificar las series documentales y la organización administrativa.

En su conjunto, los reglamentos de régimen y gobierno de la Diputación de Córdoba y de sus establecimientos benéficos, de 1887 a 1911, facilitan valiosa información sobre la estructuración interna de la corporación, sus servicios, funciones y actividades. En cuanto a la administración económica de la Diputación provincial de Córdoba abarcó dos grandes áreas: los Fondos Provinciales, relativos a todo el conjunto de la Diputación y la Beneficencia Provincial, propia de los establecimientos benéficos. Ambas dejan una preciosa colección de encuadernaciones artísticas para la última década del siglo XIX.

El censo electoral fue otra de las tareas encomendadas a la Diputación provincial, la cual debía llevar la administración de la Junta provincial del Censo, elaborar los listados del censo electoral y publicarlos en el Boletín Oficial de la Provincia a cargo de la Diputación.

La beneficencia ha sido una de las más tradicionales competencias de las diputaciones, dado que la creación y supresión de establecimientos provinciales de instrucción y beneficencia fueron atribuidas a las diputaciones desde la Constitución de 1812, pero también les exigió grandes recursos. A lo largo del XIX se desarrolló en España la legislación sanitaria atribuyéndole a las diputaciones la función supervisora de los hospitales. El régimen de la Restauración creará juntas provinciales de beneficencia particular y emitirá la ley de 21 de agosto de 1896. Posteriormente hubo dos reordenamientos fundamentales de las juntas provinciales de beneficencia en 1913 y 1926(iv).

La Beneficencia provincial quedó estructurada en cuatro grandes brigadas provinciales: Casa Central de Expósitos y Maternidad, junto con las Hijuelas de Expósitos de la provincia, distribuidas por partidos judiciales; la Casa Socorro Hospicio; el Hospital Provincial de Agudos, el Hospital Provincial de Crónicos y el Hospicio. La asistencia benéfica y sanitaria atendía fundamentalmente a un sector social empobrecido, diversificándose por funciones y edades, así la Casa Central de Expósitos o Casa de Maternidad e Infancia seguía en el antiguo Hospital de san Jacinto, en la calle Torrijos, y acogía las mujeres que iban a dar a luz y los niños expósitos; al Hospicio pasaban los niños expósitos mayores de siete años y además recogía a hombres y mujeres indigentes, también era conocido como Casa Socorro y Hospicio. El Hospital de Agudos, anteriormente llamado de la Caridad ejercía las funciones de asistencia sanitaria para todo tipo de edades, y se incluían la asistencia a militares y un pabellón para dementes. El Hospital de Crónicos o de la Misericordia estaba ubicado en el viejo convento de san Pedro Alcántara, en la plaza del cardenal Salazar, frente al hospital de Agudos, acogía a enfermos pobres ya en avanzada edad. El hospital de Crónicos también tenía entrada por la calle Albucasis, donde hubo una portada renacentista, en estas fechas ya deteriorada. En el hospital de Crónicos estaba el pabellón de dementes. El Hospicio seguía en el que fue convento de la Merced. Los establecimientos benéficos estuvieron atendidos por las Hermanas de la Caridad.

Las diputaciones a lo largo de su historia han reflejado los cambios sociales a la vez que las demandas que esos cambios implican. En materia educativa y cultural es posible constatar cómo la creación de centros docentes responde al deseo de la burguesía liberal de formar a sus hijos conforme aquella se va adueñando del poder político, y de ilustrarse a través de la creación de instituciones académicas como bibliotecas y museos(v).

La instrucción pública fue asignada a las diputaciones desde sus orígenes, aunque sólo en lo concerniente al sostenimiento de los edificios y del personal docente, pero las diputaciones desempeñaron una importante labor de mecenazgo mediante la dotación de pensiones de estudio para que aquellos alumnos interesados en adquirir mayores conocimiento pudiesen hacerlo fueron de la provincia. La administración provincial intervino también en el fomento cultural de la provincia a través de su intervención en el mantenimiento de edificios, bien mediante obras o con la respectiva aportación presupuestaria.

Siguiendo la Ley de 9 de diciembre de 1868, las diputaciones debían sostener las escuelas normales de magisterio, los institutos, las escuelas de bellas artes, los conservatorios de música. La Diputación junto a los ayuntamientos debía contribuir al sostenimiento de las escuelas de magisterio, tarea que no siempre fue fácil y, en ocasiones hubo problemas con la Escuela de Maestras, la cual fue deambulando por diferentes edificios. La Escuela Normal de Maestros, como hemos visto se instaló en 1843 en la plaza de san Felipe, en el edificio que había sido casa solariega de Antón Caber y Beatriz Heredia y que se convirtió en hospital en 1505, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción. Y allí continuó durante la Restauración(vi).

La Ley Provincial de 1882 adjudica a las diputaciones la creación y conservación de los establecimientos de instrucción pública como parte del fomento de los intereses morales y materiales de la provincia, así como la aprobación de los reglamentos y ordenanzas que los configuran, junto con el presupuesto. El control presupuestario de la Diputación condicionará la actividad de los centros. A partir de 1887 el Estado asume el gasto de la enseñanza secundaria, con los que libera a las diputaciones del gastos generado por el personal de los institutos de secundaria y las escuelas normales de magisterio, y las diputaciones continúan solamente con el sostenimiento de escuelas de bellas artes y las pensiones o ayudas de estudios, además del mantenimiento de la infraestructura inmobiliaria de los centros.

La Comisión Provincial ordenó el traslado de obras artísticas desde alguno de los establecimientos benéficos, que seguían manteniendo cuadros y esculturas en sus dependencias, al Museo de Bellas Artes. Obras como Santa mártir de Juan de Alfaro, San Rafael y Tobías de Antonio del Castillo, La Asunción de la Virgen de Juan de Peñalosa, todos ellas del siglo XVII van a pasar desde la Casa Cuna ubicada en el antiguo hospital de san Jacinto, al Museo de Bellas Artes en 1917. En aquellos momentos el director del Museo es Enrique Romero de Torres. Cuatro fotografías acompañaron al oficio de traslado de 1917, constituyendo parte de las fotografías más antiguas conservadas en el fondo gráfico del Archivo de la Diputación(vii).

La Sección de Música establecida en la Escuela de Bellas Artes fue convertido en Conservatorio en 1902 por la Diputación Provincial. Cipriano Martínez Rücker, fue su primer director. El Conservatorio se instalaría en el viejo palacio de fachada renacentista del Marqués de la Fuensanta. La Diputación mediante la concesión de becas de estudio para música contribuía al mecenazgo cultural. La concesión de estas becas para los estudios de música implicaba una oposición previa. El Reglamento del Conservatorio Provincial de Música de Córdoba fue publicado en el BOP de 14 de noviembre de 1914

La Biblioteca Pública Provincial de Córdoba había experimentado varios traslados y su ubicación seguía siendo problemática. En 1878 la Biblioteca regresa al edificio sede de la Diputación, en la calle Carreteras procedente del edificio que fue hospital de La Caridad. En 1896 se proyectan remodelaciones y mejoras como un pabellón de lectura, encargándose el proyecto al arquitecto provincial A. Castiñeira(viii). Durante la Restauración constatamos el envío de libros por donaciones particulares o del Ministerio de Fomento de 1885 a 1916. En 1885 se creó una universidad católica(ix), aunque de corta duración.

Los cambios en materia de instrucción pública que tuvieron lugar en España durante la Restauración borbónica abrieron el campo educativo a la intervención tanto de instituciones estatales como privadas. Las enseñanzas libres fueron asimiladas a las oficiales, pero tras la muerte de Alfonso XII, el Gobierno de Cánovas del Castillo ante el temor de perder el control de lo que se enseñaba en España, ante la proliferación de centro de enseñanza católicos libres privados en todos los niveles educativos, da paso a los liberales que fueron suprimiéndolos. En este contexto surgen en Córdoba la Universidad Católica libre asimilada, promovida por un grupo de intelectuales, médicos y personas de Iglesia. En su búsqueda de apoyo presentan el proyecto a la Diputación buscando el respaldo institucional y económico, que comenzó a hacerse efectivo en septiembre de 1885. La Universidad Católica se ubicó en el Convento de Santa Clara, en la calle Rey Heredia. No obstante tuvo una corta vida, el Real Decreto de febrero de 1886 ponía fin a los centros libres de enseñanza, y en abril de ese mismo año la Diputación se hacía eco de la normativa estatal, la Universidad Católica de Córdoba dejaba de existir(x).

Dentro de sus competencias, la Corporación provincial actuó como mecenas de jóvenes artistas, pintores, escultores que con el tiempo serían autores consagrados, habiendo dejado algunas de sus obras primeras en la Diputación contribuyendo a formar un interesante patrimonio representativo de las diversas tendencias artísticas de los siglos XIX y XX. En escultura Mateo Inurria Lainosa, en 1886 dejó en la escultura Deseo una de la mejores piezas del patrimonio provincial realizada en bronce, del mismo autor se conservan otras esculturas en escayola como Naúfrago, Materia en Triunfo, Alegoría de Córdoba y Alegoría de la pintura. La pintura del siglo XIX está ampliamente representada en las obras de Rafael Romero de Torres, en una doble vertiente de pintura de historia como se refleja en La rendición del Príncipe de Viana, y en la del naturalismo social profundo que refleja en el cuadro Sin Trabajo. La aproximación al paisaje regional y a sus gentes viene de mano deTomás Muñoz Lucena, en la monumental obra Plegaria en las Ermitas de Córdoba, quien también realiza una narración plástica de un tema literario en el cuadro Ofelia, su primer cuadro original de 1883. La pintura de historia alcanza en José Rodríguez Losada una de sus figuras cumbres, quien refleja en el cuadro titulado La Malmuerta un suceso histórico local, y en el de Gitana con matón y guitarra, la tendencia a la exaltación del costumbrismo regionalista. La vertiente naturalista queda patente en las obras de José Muñoz García, con su cuadro titulado Tipismo y Fernando Quero con el de Gitana(xi).

Durante la Restauración hubo una eclosión de solicitudes para la formación de municipios. Los expedientes de deslindes entre municipios son frecuentes entre 1873 y 1894. Y los expedientes de segregación de aldeas para formar municipios desde 1894 a 1925. En su conjunto permiten un panorama de configuración de la provincia en su división municipal. En cuanto al patrimonio municipal todavía continúan los repartos de tierras de los bienes de propios y comunes o el aprovechamiento de los mismos desde 1868 hasta 1876. Y la Diputación sigue tutelando la administración de los pósitos en los pueblos.

El impulso dinamizador de la educación y la cultura realizada por la burguesía liberal en la provincia de Córdoba a través de la Diputación durante la Restauración no se mantuvo a lo largo de todo el período restauracionista y, en los inicios del siglo XX, el sistema daba síntomas de agotamiento. Así lo traduce la Memoria Provincial de 1924, resultante del cuestionario enviado desde el Gobierno de Madrid a las diputaciones a la llegada de Primo de Rivera en 1923. La Memoria sintetiza cuáles eran los problemas que habían aquejado a la Diputación de Córdoba desde que se inicia la centuria del Novecientos: el partidismo, la crisis hacendística, el caciquismo y el deterioro de la beneficencia(xii).

El problema económico provincial -caracterizado por la insuficiencia de recursos, la deuda y el contingente o reparto entre los pueblos-, y el problema regional centraban el debate político. A estos se añadía una casi completa desorganización de servicios, debido a la falta de ingresos fijos y regulares; la crisis en que se encontraba el crédito de la Diputación; un censurable estado de la beneficencia; un deficiente servicio de comunicaciones; y una enseñanza descuidada(xiii).

Las dos funciones sociales más importantes de la Diputación, la beneficencia y la instrucción pública, no podían sostenerse ante el impago, por parte de los ayuntamientos, de los repartos provinciales que se habían hecho sobre el contingente de los impuestos y tributos. De ahí el eco que, en las diputaciones alfonsinas, tiene el falseamiento que se hacía de los repartos en los municipios -vía caciquismo-, y la reiterada llamada de atención a los diputados representantes de los ayuntamientos que mayor demora presentaban. El repartimiento entre los pueblos constituía la fuente básica de ingresos de las diputaciones decimonónicas y en el momento en que fallaba esta partida, se quebraba por completo todo el sistema hacendístico de la Diputación.

Desde finales del XIX, y primeras décadas del Novecientos, Córdoba refleja la atonía de una sociedad profundamente ruralizada, así como la parálisis de su economía, que no cambiará sustancialmente, pese a las modificaciones de los años veintexiv. En 1905 el presidente de la Diputación Manuel González López solicita ayuda a los diputados para que la Diputación “consiga salir del estado de muerte en que se halla”, pero en 1923 la apatía y la indiferencia parecían constituir la tónica dominante de la política local, la cual apenas funcionaba ya por inercia(xv).

La inactividad general y la indiferencia de los diputados, frente a proyectos trascendentes como la canalización del Guadalquivir, la electrificación o la telefonía provincial, son también objeto de censura por parte de los diputados de la oposición. Pero el partidismo fue otro de los males que aquejaron a la Diputación de Córdoba de estos años. Así se deduce de los deseos de imparcialidad de miras que manifiestan los sucesivos presidentes en su discursos para hacer buena administración y coadyuvar a cuanto pueda ser beneficioso a la provincia; de las constantes llamadas a unión de todos los diputados, sin distinción de matices políticos, para que la Diputación salga de las especiales circunstancias que atraviesa y los diputados se guíen por el bien de los intereses que se administran.

El regionalismo atraviesa los debates de los diputados provinciales en las dos décadas iniciales del XX. En 1919 el problema regional se había formulado en la Diputación de Córdoba como necesidad de resucitar una moción referente a la unión de las provincias andaluzas en una mancomunidad, de acuerdo con las nuevas tendencias descentralizadoras y de la autonomía administrativa de las diputaciones. En la Diputación de Córdoba se propugnó la autonomía administrativa de la provincia y la elevación de la importancia de las diputaciones, hasta la altura de los intereses representados, dentro de los vigentes limites de la división provincial, pero dentro de una unidad nacional. El sentimiento nacionalista era algo que aquellos diputados vivían como antipatriótico.

A comienzos de siglo en 1905 y 1907, el presidente de la Diputación de Córdoba Manuel González expuso reiteradamente la necesidad de restaurar el crédito de la Corporación y que los ayuntamientos cumpliesen con sus obligaciones para con la Diputación. Unos años después, el presidente conservador Enríquez Barrios, en 1911, indicaba que era necesario aunar los esfuerzos para fomentar el aumento de los ingresos para el contingente provincial, de cara a conseguir levantar el crédito de la Diputación y poder atender especialmente a la beneficencia. Que los ayuntamientos no ingresaban sus deudas, y que no había un presupuesto real en la Diputación, fue de nuevo denunciado en la sesión inaugural de 1915 por el diputado Salinas, quien denunciaba la falsedad en la elaboración de los repartos para el pago de impuestos, que es lo que motivaba la inhibición de los pagos, por muy ricos que fuesen los pueblos, y la falsificación de documentos por parte de los ayuntamientos, delitos que se amparaban en las influencias.

Meses antes del golpe de Estado de Primo de Rivera, los pagos parecían haberse normalizado, pero en 1924, fecha en que se redacta la Memoria Provincial, la deuda de los ayuntamientos con la Diputación superaba el total de deudas que ésta tenía contraídas, y el descrédito de la Corporación obligó al pago al contado de toda compra. Ni aun contando con el cobro regular de los ingresos presupuestados, podría hacerse frente a las necesidades crecientes de una beneficencia que, por un lado, veía cómo aumentaba el número de enfermos, expósitos, hospicianos y enfermos mentales, debido al considerable aumento de la población en la provincia y, por otro, tanto la ciencia como la caridad le exigían una mayor atención al desvalido. Se imponía la necesidad de una radical reforma tanto en los locales como en la asistencia benéfica.

La beneficencia absorbía gran parte del presupuesto provincial, pero los debates plenarios traducen una situación de abandono de los asilados. La asistencia social en el primer tercio del XX era muy deficitaria, algunas de las instituciones benéficas de la Corporación provincial cordobesas recibían el esfuerzo de eminentes médicos, pero no encontraron el suficiente eco en aquellos políticos en cuya mano radicaba la capacidad, política y económica, de transformación de los establecimientos y de la asistencia. La irregularidad en la recaudación de los ingresos impedía elaborar un presupuesto real para atender el deficiente estado de los Establecimientos Benéficos.

A todo ello se añadían las intransitables carreteras provinciales y la ausencia de una red telefónica que mantenían a la provincia en un estado de comunicación deficiente. La causa fundamental de esta situación, los propios diputados provinciales la achacaban al caciquismo, sistema al que condenaban en su conjunto sin entrar a juzgar a las personas que habían actuado dentro de él. En vísperas del golpe primorriverista, frente a los denodados intentos del presidente Campos por borrar el concepto de que la Diputación es un órgano muerto, el diputado republicano Ramón Carreras denunciaba la quietud y el estatismo de la Corporación, y el ex-presidente conservador Jiménez Amigo resumía todos esos años diciendo que el estado actual de la administración es floreciente en comparación con etapas anteriores, aunque aún no se ha regenerado del todo. La política del 'turno', asentada sobre el caciquismo, había permanecido en la Restauración, pese a la implantación del sufragio universal, sin embargo el sistema era ya inviable.

i) Mª Carmen Martínez Hernández y Mª Carmen de Bernardo Martínez, “Fuentes para el estudio de la provincia (1868-1939). El caso del Archivo de la Diputación de Córdoba”. En España entre repúblicas 1868-1939. Actas de las VII Jornadas de Castilla La Mancha sobre Investigación en los Archivos: Guadalajara, 15-18 de noviembre de 2005, Guadalajara, 2005, 2 v. 1050 p.

ii) Mª. Carmen Martínez Hernández, “Gobierno de la provincia de Córdoba. Fondos de Órganos de Gobierno de la Diputación, Gobierno Civil y Administración interinstitucional de la provincia en el Archivo de la Diputación de Córdoba”, en Actas de la III Jornadas de Gestión del Patrimonio Documental. Archivos de la administración provincial.: Diputaciones, Gobiernos Civiles, Delegaciones, Audiencias, Histórico-provinciales Córdoba, 2003, pp. 415-462.

iii) Las autoridades administrativas de la provincia eran el Gobernador, la Diputación provincial y Comisión Provincial. La Diputación tendría unas dependencias que eran: la Secretaría, la Contaduría, y la Depositaría

iv) Sobre el tema de las competencias en materia de beneficencia y sanidad véase Mª Carmen Martínez Hernández “Fondos de Beneficencia, Sanidad y Obras Sociales del Archivo de la Diputación de Córdoba”… 411-444.

v) Sobre las instituciones generadas por la Diputación de Córdoba véase el trabajo de Consuelo Olid Crespo, “Fuentes para el estudio de la educación en el archivo de la diputación de Córdoba”, en Actas de la III Jornadas de Gestión del Patrimonio Documental. Archivos de la administración provincial.: Diputaciones, Gobiernos Civiles, Delegaciones, Audiencias, Histórico-provinciales Córdoba, 2003, pp. 465-478.

vi) Joaquín Ordoñez Guerra y María Teresa Ruiz Gómez, Seis planos inéditos de edificios provinciales cordobeses de 1870, en Arcontes. Cuaderno del Archivo de la Diputación de Córdoba, 3 (2010), p. 320.

vii) Antonio Jesús Domínguez Clavellino, “Procedimiento fotográficos en el Archivo de la Diputación de Córdoba”, en Arcontes. Cuaderno del Archivo de la Diputación de Córdoba, 3 (2010), pp. 293.

viii) María Teresa Maestre Delgado, “Nuevos espacios para la lectura: el proyecto del pabellón de la Biblioteca Provincial de Córdoba (1896-1897)…169-193.

ix) Sobre la Universidad católica de Córdoba véase el trabajo de Raúl Camacho Ruiz, “La Universidad Católica de Córdoba. Un proyecto fallido.”, Arcontes. Cuaderno del Archivo de la Diputación de Córdoba, 3 (2010), 181-218.

x) Raúl Camacho Ruiz, “La Universidad católica de Córdoba. Un proyecto fallido”… 181-218.

xi) Mª Carmen Martínez Hernández, “El palacio de la Merced. Sede de la Diputación provincial de Córdoba”, en Arcontes. Cuaderno del Archivo de la Diputación de Córdoba, 1 (2007), 57-76

xii) Y que en el caso de Córdoba se concretaban en el problema económico provincial y el problema regional, a lo que se añadía la desorganización de servicios, un censurable estado de la beneficencia, un deficiente servicio de comunicaciones; y una enseñanza descuidada Martínez Hernández, Mª C. Política y Administración provincial. La Diputación de Córdoba 1925-1991... pp. 61-74.

xiii) Mª Carmen Martínez Hernández, “La Diputación de Córdoba en los inicios del siglo XX”. En Legajos Cuadernos de investigación histórica del Sur de Córdoba, Priego de Córdoba, 6, 2003, 17-26.

xiv) Mª Carmen Martínez Hernández, “Diputación y provincia: Estructura socioeconómica de la provincia de Córdoba”. En Legajos Cuadernos de investigación histórica del Sur de Córdoba, Priego de Córdoba, 5, 2002, 9-16.

xv) Mª Carmen Martínez Hernández, “La Diputación de Córdoba en los inicios del siglo XX”. En Legajos Cuadernos de investigación histórica del Sur de Córdoba, Priego de Córdoba, 6, 2003, 17-26